La empresa guerra

EEUU privatiza la guerra para ayudar a su economía y evitar control político

"Sólo aquellas funciones que deben ser cumplidas por el mismo Ministerio de la Defensa deberán mantenerse allí establecidas", dijo el ministro de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, el 23 de mayo de 2002 a propósito de la reestructuración del ejército de ese país.
Las palabras de Rumsfeld no fueron una simple declaración. En realidad constituía la revelación de una nueva estrategia militar que EEUU ha universalizado con un movimiento de no menos de 100 mil millones de dólares al año.

Esto significa, según una investigación llevada adelante por los cientistas alemanes Dario Azzellini y Boris Kanzleiter, que una mayor parte de las misiones del ejército estadounidense está siendo asumida hoy en día por las corporaciones militares privatizadas que en 2002 alcanzaban "a un total de 90 empresas que funcionaban mundialmente en 110 países".

Los orígenes de la privatización de la guerra se encuentran en el modelo neoliberal aplicado mundialmente desde la década de los 70. Y, si bien "nadie sabe con seguridad cuán grande sea esta industria secreta", como apunta el New York Times en octubre de 2002, entre 1995 y marzo de 2000, un diez por ciento de los 13.8 millones de dólares destinados a misiones militares en los Balcanes fueron a parar a las Private Military Companies (PMC), según los cálculos de la Oficina General de Contabilidad de ese país.
Con el desarrollo de esta tendencia mundial en el plano militar, que obviamente persigue fines políticos y militares, las "nuevas guerras" han determinado el surgimiento de actores no estatales que están involucradas en tareas como la lucha contra el narcotráfico, el combate al terrorismo, la seguridad de las grandes transnacionales, principalmente de las dedicadas a la industria extractiva como el petróleo y los minerales, e incluso en acciones presentadas como humanitarias.

 

Los objetivos
Los objetivos de estas "nuevas guerras", como señala la investigación, son varios y contemplan a varios ámbitos del complejo desarrollo histórico de la segunda mitad del siglo XX y de principios del XXI.

En primer lugar, con la privatización de las guerras vía transferencia de tareas militares a las corporaciones privadas, los Estados Unidos logran disminuir hasta el máximo las posibilidades de control político de parte del Congreso y de la comunidad internacional, ya que cualquier suceso ingrato con resultados distintos a los esperados es responsabilizado a ese tipo de actores no estatales.

En segundo lugar, sobre todo después del 11 de septiembre de 2001, se ha encontrado el pretexto para la capitalización de la economía estadounidense por la vía de la transferencia de grandes cantidades de recursos a las empresas transnacionales. De ahí que no sea casual que en los últimos cuatro años los gastos sociales hayan disminuido respecto de los gastos militares. Un alto porcentaje de esos dineros han pasado a manos de corporaciones militares privadas que tienen entre sus socios a altos funcionarios de la Casa Blanca, como sucede con el actual vicepresidente Dick Cheney, y generales y ex militares vinculados al Departamento de Estado y al Pentágono.

En tercer lugar, se logra eludir problemas vinculados a la violación de derechos humanos dentro y fuera de Estados Unidos. Los excesos cometidos por personal de las PMC se quedan en el ámbito de la responsabilidad civil y no constituyen un factor de potencial denuncia contra los crecientes grados de la intervención oficial estadounidense. Pero como las PMC hacen el "trabajo sucio" de los actores estatales, la administración Bush está haciendo todo el esfuerzo para que convenios de impunidad de sus tropas sean extensivos al personal "civil" de las corporaciones, con lo que se pretende eludir cualquier demanda ante la Corte Penal Internacional de la que ese país ha negado formar parte. De ahí que en Bolivia se esté buscando la aprobación de una ley de inmunidad no sólo para miembros de las tropas oficiales sino para ciudadanos civiles de los EEUU.

En cuarto lugar se logra reducir el impacto que las bajas en el exterior producen dentro de la sociedad estadounidense. No es lo mismo que los restos del personal de las PMC retornen a su país en ataúdes con el rótulo de "muertos en el exterior", que los mismos vengan acompañados con la bandera de EEUU. Se estima que la cantidad de muertos de las PMC en Irak es superior a las cerca de 2.000 bajas reconocidas oficialmente por el ejército de ese país.
El papel de las PMC dentro de las "nuevas guerras" impulsadas por Estados Unidos tienen en Irak y Colombia a su representación más emblemática.

 

Los sectores
El experto militar P. W. Singer identificó, para la revista especializada International Security, tres tipos de sectores que forman parte de las PMC.

Un primer grupo es el que interviene directamente en el campo de batalla y que por lo general es contratado por gobiernos, consorcios o actores no estatales armados que no disponen de suficiente capacidad para operar por su cuenta.

El segundo está compuesto por las PMC que brindan asesoría militar y capacitación, por lo cual su personal no interviene directamente en el conflicto. Y tercero, están las que ofrecen logística, apoyo técnico y transporte para los ejércitos regulares o irregulares.
Y es que "la guerra contra el terrorismo es una garantía total de empleo para estos jóvenes", sostuvo el vocero de la Agencia de Cooperación para la Defensa, David Des Roches, quien es el nexo entre el Ministerio de Defensa de EEUU y las corporaciones militares legales.

El funcionario estadounidense no se equivoca. La investigación de los dos alemanes establece que las oportunidades de empleo no sólo son para personas que en algún momento tuvieron relación con el ejército o los servicios secretos de ese país, sino también para otros ciudadanos del mundo. Por ejemplo, un 70 por ciento de los antiguos miembros de la desaparecida KGB soviética trabajan hoy para las PMC.

 

Más que en el Pentágono
Las PMC se involucran cada día más en la conducción de la guerra. El ejemplo más prominente, sostiene Dario Azzellini, es la empresa Military Profesional Ressources Incorporated (MPRI) con sede en el estado de Virginia.

La misión de la empresa es definida claramente por el general y antiguo jefe del servicio secreto estadounidense, Harry Soyster, quien señala: "cuando nos dirigimos a algún lugar es bien porque hemos sido enviados por el Gobierno estadounidense o hemos sido contratados por otro gobierno. No me avergüenza decir que lo hacemos por el dinero".
Para los investigadores alemanes la MPRI, que ha operado en Taiwán, Corea del Sur, Nigeria, Sudáfrica, Kuwait y los Balcanes, no sólo es un ejemplo de la comercialización de la guerra, sino que facilita los planes de los gobiernos en situaciones políticamente conflictivas.

En los campos de entrenamiento de las corporaciones hay más militares por metro cuadrado que en el Pentágono, según revela The Busines of War a propósito de unas declaraciones del general Harry Soyster.