Entrevista a Dario Azzellini

Su libro “El negocio de la guerra“, analiza el papel de los ejércitos privados

Las Compañías Militares Privadas (CMP) instaladas en las últimas décadas como el nuevo protagonista  de los conflictos armados a nivel internacional, son analizadas en el libro “El negocio de la guerra“, investigación a fondo de escritor y documentalista italiano Dario Azzellini.
El ensayo, que incluye textos de otros especialistas en el tema como Thomas Seibert y Boris Kanzleiter, fue publicado originalmente en Alemania y reeditado en versiones actualizadas en numerosos países, entre ellos: Italia  Francia, Venezuela y España.
Los ejércitos privados –forma moderna de los antiguos corsarios y mercenarios- tienen activa participación según “El negocio de la guerra” en escenarios tan disímiles como Irak, Colombia, Afganistán, el Congo, Kurdistán, México, Angola y Yugoslavia.
Azzellinim, en entrevista con Telam, señala que las CMP se manejan como empresas transnacionales, y da el ejemplo de la DynCorp: “Tiene 30 mil empleados, cotiza en bolsa y posee subempresas. Las CMP  firman contratos que les garantiza impunidad frente a las cortes civiles; y al no ser militares, no pueden ser juzgados por cortes militares“.
El libro enumera características de las nuevas contiendas: la destrucción de infraestructura económica, la no diferencia entre combatientes y civiles, la cooperación de actores estatales y no estatales, y la acción en espacios desestatizados. Además, se borran los límites de toda codificación jurídica y política.
“Hay CMP de Gran Bretaña, Rusia, Israel, entre otros países –subraya Azzellini- pero la mayoría son estadounidenses y operan solo con el consenso del Pentagono. Ofrecen servicios en su página web que van de manejar armas sofisticadas a repartir correo, aunque figuran como tareas de seguridad -lo que en IraK significa  participar en la guerra“. 
El control sobre estas empresas bélicas no está del todo claro: “Las convenciones de la ONU y la Organización de la Unidad Africana para la proscripción de actividades de mercenarios, aceptan de manera implícita su uso por parte de gobiernos reconocidos. Hubo CMP en operaciones de la ONU contratadas para la formación de policías o como guardaespaldas, incluso para misiones de paz.  
El reclutamiento de las empresas paramilitaresse realiza en todo el orbe: “Hasta la guerra de Irak, reclutaban en Estados Unidos, Inglaterra, Islas Fiji (por su desempeño como tropas de la ONU) y de Nepal (los Ghurkas). Con el conflicto, empezaron a hacerlo en América Latina: Chile, Brasil, El Salvador, Perú,  Ecuador, Nicaragua y Colombia”.
Agrega Azzellini: “Se trata de ex militares que han servido a ejércitos brutales, muchos de ellos expulsados de las Fuerzas Armadas por crímenes. En Argentina esa tarea la realiza la empresa Neskowin, radicada en Uruguay”. 
El tema “remuneración” no es un dato menor del reclutamiento. El autor de “El negocio de la guerra”, dice que van de 500 dólares mensuales (salvadoreños que se desempeñan en Irak como personal de seguridad) a sumas que van de 3 a 7 mil dólares, que reciben otros de mayor experiencia: “Pero por una misión especial de combate o sabotaje, puede subir a los 1.500 dólares diarios”.   
Se dice que en Irak una de cada 8 personas que trabaja en tareas militares o de seguridad, pertenece a una CMP. En julio pasado “Los Ángeles Times”, basado en datos del ejército de Estados Unidos, dio la cifra de 180 mil empleados de CMP en tierra iraquí. Allí, patrullan, cuidan edificios e infraestructura, y trabajan de guardaespaldas de representantes iraquíes y estadounidenses.
Sostiene Azzellini: “Ya en la invasión en marzo de 2003, especialistas de las CMP manejaron sistemas de armamento altamente desarrollados de los buques de guerra en el Golfo, así como los sistemas de armas de vehículos aéreos no tripulados Predator, Global Hawks y los aviones de bombardeo B-2 Stealth”.
Añade que personal de las cárceles militares en Irak –incluso algunos implicados en casos de tortura en la cárcel de Abu Ghraib- pertenece a estas empresas bélicas: “Además, trabajan en CMP unos 50 mil iraquíes mal pagos, al cuidado de los oleoductos”.  
Un caso resonante en ese país quedó al descubierto tras la matanza de Fallujah en 2004, con el asesinato de cuatro estadounidenses, todos ellos empleados de la empresa bélica Blackwater, pero que fueron presentados en un primer momento como civiles.
“En realidad eran de combatientes de esa CMP; escoltaban transportes. La empresa también operaba ‘detrás de las líneas enemigas’, en zonas controladas por la resistencia. Sus empleados participaron en enfrentamientos y evacuaciones armadas de soldados heridos”.
Hace un mes, la Blackwater fue expulsada de Irak tras una matanza de  civiles, sin embargo volvió a operar: “Es cierto- asiente Azzellini- el gobierno le quitó la licencia cuando un grupo de guardaespaldas que acompañaba un convoy abrió fuego y mató a civiles, mujeres y niños. Alegaron defensa propia a un ataque con bombas”
“A Estados Unidos le molestó la medida del gobierno iraquí, y aunque la decisión siguió vigente unos días para acallar protestas, se  revocó por presión de Estados Unidos, que asegura inmunidad a los empleados de Blackwater. Una investigación del congreso estadounidense señala que los empleados de esa empresa en Irak están implicados en 195 enfrentamientos armados, y que en 163 de esos casos dispararon primero. Cuando se supone que realizan labores defensivas”. 
Así y todo, el escándalo reciente de la Blackwater, provocó la renuncia de Richard Griffin, alto jefe del Departamento de Estado.
Ya en 2006, un empleado ebrio de esa empresa, asesinó al custodio del vicepresidente de Irak: “Lo sacaron del país y no pasó nada. Ese año la empresa echó a 122 empleados por abuso de armas, alcohol y drogas”.
Es un dato conocido que las CMP han sufrido en Irak más de mil muertos, pero no hay constancia de esas bajas. El autor de “El negocio de la guerra” aduce que es ésa una de las razones para emplear CMP: “En los recuentos oficiales de bajas no aparecen sus muertos, ya que las fuerzas de ocupación contabilizan soldados caídos y los de las CMP son civiles”.  
Las investigaciones sobre el tema señalan que de la partida de 87 mil millones de dólares destinados a Irak por Estados Unidos, 30 mil van a  CMP.
Respecto a la impunidad con que operan estos ejércitos privados, el general de brigada Karl Horst, de la Tercera División de Infantería estadounidense, declaró al “Washington Post”: “Son incontrolables… no hay autoridad alguna sobre ellos”.